Los seculares
Los Seculares
©Por Abdel Hernandez San Juan
This paper discusses as a given generalized reality the consequences of secularization, the initial divisions between science, art, religion and derecho on the current modern subsequent division between disciplines, specialties and techniques and its effects on the division of the consciences and the bodies understanding divisions in the sense of communications versus incomunications between such disciplines, specialties and techniques.
While the issue of interdisciplinary and or interspecialties communications versus incomunication can also be discussed as a contemporary phenomenon without necessarily recalling the originary issue of secularization, retheorizing this matter from the Max Weber perspective on the secularization process helps to develop a more generally comprehensive approach encompass how it is majorly an issue related with forms of the subject and of subjectivity. Focused from this point, the paper proposes a Weberian rediscussion of the matter which recalling subjects and subjectivity develop an analyze and objectification on the problem redicussing the main things participates in defining the more general macroestructures of cognitive activities, reason, intellect, conscience and cognition itself.
Coming from this point, the paper offers a theorization of the several forms of reason, analytical, theoretical, scientific, communicative, mundane, practical, on how the intellect work, on how cognition work as well as on the conscience self-representation work to finally focusing and priorizing communicative rationality distinguishes how cognition, intellect, reason and conscience work under art, science, religion and moral as form of subject and subjectivity versus politiques
Keywords: Secularization, Max Weber, Subject and Subjectivity, Reason, Cognition, Intellect, Conscience, Communication
Qué son los seculares?: Vivimos en un mundo donde todo está secularizado, no sólo porque nuestras posibilidades de desarrollo y participación, requieren, en la relación a las técnicas, las especialidades y los dominios, el hecho de que estas se desenvuelven en forma secularizada, sino porque además, y sobre todo, estas nos llegan de una vez secularizadas. En este mundo seculizarizado, los dominios y las especialidades están divididas, ciencias exactas y ciencias humanas, filosofía y ciencias sociales, lingüística y antropología, sociología y etnografía, artes plásticas y música, literatura y arquitectura, y dentro de cada una, filosofía analítica y filosofía del sujeto, filosofía del lenguaje y estética, antropología filosófica y antropología cultural, pintura y escultura, ensayo y novela, film y danza, todo está dividido, en las técnicas y en los lenguajes, tanto en las instituciones de la reproducción, aquellas a través de las cuales estas técnicas, especialidades y dominios se transmiten y en las cuales las mismas llegan de una vez secularizadas al sujeto y la persona, como en las instituciones de la implementación, es decir, en la división social del trabajo.
Sin embargo, la secularización, no sólo es un fenómeno recibido de acuerdo con los modos en que estos acerbos le llegan al sujeto divididos, sino que también podemos desarrollar esa filosofía de los seculares de acuerdo con los cuales la secularización misma encuentra sus lugares y sus espacios de efectuación, es decir, sus condiciones de posibilidad. Qué son los seculares, podemos desarrollar una filosofía sobre el engendramiento y la génesis de los seculares?. En qué forma pudieron determinadas formas de la organización de las técnicas, los lenguajes, las especialidades, el eslabonamiento de esas tecnicidades de acuerdo con y a las cuales los cuerpos quedan sujetos?. En vez de una historia social sobre la secularización, la cual ha sido narrada y discutida infinidad de veces en abundantes libros, conocemos bien en la voz de infinidad de sociólogos de la civilización y la cultura, en que formas se inició la secularización de acuerdo con las separaciones iniciadas por la iglesia entre moral, arte, ciencia y práctica, hemos de desarrollar la filosofía de los seculares.
Y la filosofía de los seculares, de aquellas formas iniciales alrededor de las cuales se organizó y se engendró todo el fenómeno de la secularización, no puede sino ser en primer término una filosofía sobre el sistema cognitivo mismo, es decir, sobre la forma en que se relacionan en la actividad cognitiva sus diferentes momentos, la cognición, la razón, el intelecto y la conciencia. Sobre las consecuencias de la secularización en la división social de la conciencia tenemos noticias tempranas, pero de lo que sabemos poco es acerca de cómo se originan los seculares y se generan sus condiciones de posibilidad desde la actividad misma que organiza el sistema cognitivo.
Uno de los retos, tanto científicos y filosóficos, como literario y estético es mostrar cómo, a diferencia del ordinario de los supuestos recurrentes a una amplia variedad de lectores, incluyendo entre estos a quienes leen libros científicos como este u otros míos, es mostrar, en el desarrollo de mis propios términos e ideas, que la razón es un fenómeno fascinante, bastante más rico y atractivo, variado y versátil de lo que estos supuestos ordinarios han dado por estereotipos. De todas las formas de la cognición, es ella, paradójicamente la más versátil, rica y variada, la única que se mueve desde la forma más abstracta y teórica, desprovista de elementos referenciales, denotativos o reflejos respecto al mundo o los mundos, y lo que entendemos como imperativos de lógica formal abstraída que requerimos para crear conceptos, categorías y con estos generar teorías, hasta las formas más mundanas y ordinarias supuestas en las formas de razonamiento y raciocinio cotidianos.
Podemos en y con ella viajar por todas las formas que competen al sujeto y la subjetividad en sus diferentes modos articulados, desde lo abstracto y teórico, hasta lo analítico, hacia lo tecnológico, movernos con fluidez desde la analicidad, hacia la comunicatividad, e incluso a la inversa, desde esta, la comunicación, hacia aquella, recorriendo las formas que le conocemos a la comunicación, hasta lo práctico. Los modos en que en la razón efectúanos estos movimientos resultan fascinantes. Pero antes tendremos que ofrecer una serie de análisis respecto a ese sistema que, antropológicamente, resulta más amplio, el sistema cognitivo dentro del cual se encuentran la cognición, que incluye las actividades cognitivas/cognoscitivas, cognoscentes y gnoseológicas orientadas hacia el conocimiento, y las actividades conectivas.
En la cognición transportamos, relacionamos, vehiculizamos, movemos, proveemos, situamos, interrelacionamos, Aunque cada una se interrelaciona y trabaja en, hacia, desde y en relación a la otra, dentro y como parte de la actividad cognitiva, sólo en el intelecto podemos trabajar transformando intelectivamente los datos de los sentidos en abstracciones formales a través de las cuales sustituimos esas impresiones en formas abstractas, así como estas abstracciones intelectivas las volvemos en abstracciones intelectuales. Aunque en la razón recibimos en el intelecto este material, abstraído en datos y formas lógicas, o en conceptos, categorías y nociones que creamos, está sola no puede hacer este trabajo sino en tanto se lo proveemos con el intelecto. Aunque su a priori está presente en las formas de racionalidad implícitas a la actividad que realizamos en el intelecto desde la intelectividad hacia la intelectualización, en la actividad intelectiva traemos transformados los datos en abstracciones y las abstracciones en conceptos.
Una vez que con el intelecto le proveemos y traemos este material a la razón entonces podemos con la razón como actividad autónoma comenzar a trabajar con ese material, pasar de la posición pasiva a la posición activa, recibir y tomar esos materiales que una vez fueron abstracciones, datos que con el intelecto sustituimos en el lugar de impresiones y sensaciones, y que luego transformamos en el intelecto en conceptos, nociones, categorías, para iniciar con ellos el trabajo de razonamiento. No se trata de que no existan apriorismos en nuestra razón, indudablemente existen apriorismos cognitivos y estos apriorismos, una vez que les escudriñamos con el movimiento posterior del razonamiento, podemos percibir que contienen y suponen formas racionales, pero las mismas no están en ese momento trabajando en los términos en que podemos considerar a la razón como una actividad, es decir, en las formas del razonamiento y la racionalización. Sólo intelectualmente realizamos esta actividad de traer transformados en abstracciones las impresiones vueltas conceptos y nociones.
Pero en la razón no sólo trabajamos con abstracciones de impresiones, formas abstraídas, conceptos y nociones, como lo hacemos en el intelecto. Mientras en el intelecto estamos supeditados a este proceso de transformaciones sustitutivo de unas formas por otras, en la razón podemos movernos más allá de ese proceso intelectivo y trabajar con una cantidad de formas infinitamente más diferenciadas las cuales definen por si mismas las formas de nuestra razón que son la razón analítica, la razón comunicativa, la razón práctica, y otras formas de la razón. Porque no puede entendida como una actividad la razón hacer por si misma este trabajo más relacionado a los sentidos inmediatos y su sustitución de datos a formas abstractas, que hacemos en el intelecto?.
La actividad que realizamos con el intelecto es siempre transformativa, en ella sustituimos una forma simple que se corresponde a las impresiones de los sentidos, por una forma a la vez más compleja en sus posibilidades abstraídas y, sin embargo, simultáneamente por su mismo potencial de abstracción, más eficiente y eficaz, más óptima de acuerdo con la cual en el sistema cognitivo podemos desenvolver una amplia cantidad de conclusiones más veloces, inferencias, hipótesis, conexiones, conocimientos, relaciones, etc. las cuales no le están dadas a esos datos como le vienen dados a la impresión en sus formas más simples puramente impresivas.
Siendo que sólo en el intelecto hacemos de la actividad cognitiva un sistema más que simplemente conectivo, capaz de ser sociológico y cognoscente, este se encuentra, paradójicamente, por decirlo de algún modo, supeditado únicamente a este trabajo, no siendo pues propiamente el que hace el trabajo a la vez menos abstracto, y sin embargo, más amplio que la razón puede desenvolver. Si es en y con el intelecto como podemos proveer a la actividad cognitiva, la mayor de todas, antropológicamente, el que pueda ser una actividad cognoscitiva, cognoscente y gnoseológica, ampliando su alcance, nuestro intelecto no sería posible, paradójicamente, sin esa actividad cognitiva la cual contempla todas las demás formas complexivas, inmersivas, plexivas y conectivas.
Ahora bien, con sólo la razón y el intelecto, no podemos ofrecer al sistema cognitivo su posibilidad de autorepresentación, es decir, las diferentes formas en que en las actividades que desarrollamos en el sistema cognitivo podemos autorepresentar cada una desde sí misma, el intelecto sobre el intelecto, la razón sobre la razón, incluso la cognición sobre la cognición y al modo en que unas y otras pueden representarse mutualmente sin ese trabajo más sencillo, al mismo tiempo indispensable que ofrecemos con ese reducto atávico que disponemos en el sistema cognitivo que es la conciencia. Al decir reducto atávico no estoy diciendo que no sea la conciencia por si misma relevante y significativa en el sistema cognitivo, sino haciendo alusión al hecho de que en la conciencia podemos simplemente proveer al sistema cognitivo sus posibilidades de autorepresentación quedando esta, por decirlo en algún modo, holgazana, dejando que sean en el intelecto y la razón que hagamos el trabajo duro.
De hecho, podemos observar en la actualidad una tendencia de la conciencia a simplemente suministrar este material al sistema cognitivo quedándose ella misma pasiva. Cierto es que en la conciencia podemos ofrecer esta posibilidad de autorepresentación al sistema cognitivo en tanto se diferencia de las restantes, razón e intelecto, por el hecho de que supone sino propiamente representaciones, de hecho si imágenes aunque estas imágenes puedan permanecer en cierto modo remitidas a abstracciones intelectivas, o devenir en traducciones de unas formas de los sentidos en las otras, por ejemplo, la imagen visual en la imagen acústica, la imagen acústica en imagen tactilo-sensorial, y así sucesivamente. Donde quiera que en nuestro sistema cognitivo adquirimos o recibimos una imagen de este mismo, sea está más o menos literal, más o menos abstracta, esta posibilidad de autorepresentarse, de disponer ciertas imágenes más o menos abstractas sobre sí mismo, sólo es posible en tanto se lo suministramos desde la conciencia.
Y es probable que dada esta relación estrecha, implícita, entre nuestra conciencia y la imagen, hayamos desarrollado en el mundo moderno una cierta suspicacia desde la razón y el intelecto hacia la conciencia por cuanto en tanto el mundo se presenta a las impresiones como imágenes visuales, acústicas, auditivas, táctiles, paladares y olfativas, pueden existir tendencias a relacionar imágenes y representaciones en formas poco elaboradas por nuestro intelecto. El atavismo de nuestra conciencia viene así dado porque es ese reducto más preciado de acuerdo con el cual las imágenes pueden trabajar como autorepresentaciones de nuestro sistema cognitivo por sí mismo, sin necesidad de representaciones. Sin embargo, esta suspicacia no ha sido propiamente hacia la conciencia, sino más bien hacia la mente, dado precisamente la relación que existe entre nuestro concepto actual de conciencia y aquel prácticamente en extinción de la mente el cual, indudablemente estuvo relacionado a la mitología, el mismo suponía especulaciones representacionalistas.
Podríamos así decir que, indudablemente, si algún reducto queda en el mundo moderno respecto a la otrora mente, este prevalece en la conciencia en tanto solamente la conciencia continua en la actualidad proveyendo a nuestro sistema cognitivo autorepresentaciones de sí mismo. Es posible que una de las razones por las cuales fue en la razón, de todas las restantes formas de nuestra actividad intelectual y cognitiva, aquella en cuyo desenvolvimiento el sujeto y la subjetividad se secularizaron diferenciándose, haya sido precisamente esa versatilidad y amplitud de la razón que definía al inicio.
De hecho, en la actividad cognitiva y conectiva, efectuamos con la razón una alta variedad de formas específicas del sujeto y la subjetividad las cuales, en sus respectivas formas, a la vez cognoscentes, funcionales, expresivas y comunicativas, son autónomas y relacionadas. Así, a nuestra razón abstracta, científica y analítica corresponde una forma determinada y especifica de sujeto y subjetividad que es la que definimos como el sujeto en la ciencia, e incluso a la ciencia misma como una forma del sujeto. Lo anterior no significa que en las razones abstracta, teórica y analítica, no podamos estar presentes en las formas de los razonamientos comunicativo y mundano, así como tampoco que las formas de nuestro razonamiento comunicativo y mundano dejen de estar presentes en nuestras formas de razonamientos científico, analítico, teórico y abstracto.
Sin embargo, para que una forma de nuestra razón pueda ser ella misma científica, debe efectuarse autónomamente en lo que a nuestro sujeto respecta, es decir a nosotros mismos como sujetos en la ciencia, y de acuerdo a nuestros imperativos racionales de modo que la cientificidad de este razonamiento, en su propia autonomía, domine por sobre cualesquiera otras formas de nuestro razonamiento. En el mismo modo cada forma de nuestra razón tendrá sus propias condiciones autónomas, independientemente de las formas de sus relaciones o los modos en que puedan estar presentes unos en otros. Si decimos que nuestra razón es científica en este ensayo, libro, etc., es porque todas las demás formas del raciocinio encontrarían en nuestra razón científica y la cientificidad de este su modo de racionalidad, la forma en que los restantes modos de la razón se relacionarían.
Si decimos que en este o aquel ensayo nuestra razón es teórica, lo es porque las demás formas de raciocinio y razonamiento encuentran en su teoricidad, el modo en que cualesquiera otros modos presentes de racionalidad se relacionarían entre sí, y así sucesivamente con cada uno de los restantes. Si decimos razón comunicativa es porque cualquiera otras formas de raciocinio y razonamiento tendrían que encontrar en la racionalidad que es propia a la comunicación el modo en que se relacionarían y se efectuarían.
La razón comunicativa puede así, por ejemplo, estar presente en nuestras formas del razonamiento científico y teórico, pero estos razonamientos científicos y teóricos, no son ellos mismos formas de la razón comunicativa, o, para ser más exactos, esta racionalidad científica y teórica, expuesta a los imperativos de la cientificidad como su modo propio de racionalidad, no puede estar supeditada a las formas de la racionalidad comunicativa, aun cuando esta pueda estar presente en una forma dada, especifica y parcial. Para que una forma de la razón sea propiamente razón comunicativa tiene que poder realizarse plenamente dentro de las formas de la racionalidad comunicativa, es decir, tiene que funcionar como un fenómeno de comunicación.
Si por un motivo u otro la comunicación, bien sea porque las formas de racionalidad dominantes en este o aquel otro ensayo, libro, etc., son la analítica, la teórica, la científica, la mundana, la práctica, o bien porque los sujetos tienen puntos de vistas distintos, decimos que esas formas de la racionalidad, el raciocinio y el razonamiento no pueden funcionar propiamente dentro de las formas de la racionalidad comunicativa.
Porque para que una razón sea propiamente comunicativa tiene que poderlo ser dentro de la comunicación y, por lo mismo, efectuarse enteramente como un fenómeno de comunicación. Una amplísima cantidad de fenómenos contemplan a la razón propiamente comunicativa, desde los enunciados orientados al entendimiento que son requeridos para que dos o más sujetos puedan mantener una comunicación de mutuo entendimiento, forma de la comunicación que requiere la intersubjetividad y la mutua explicitación de razones, es decir, la compenetración, la comprensión y el mutuo entendimiento, por lo mismo el consenso, al menos en torno a la comunicación como su forma de entendimiento racional, hasta formas de la racionalidad comunicativa que pueden ser comunicativas y que no requieren el consenso o el mutuo entendimiento como pueden ser las formas de la racionalidad comunicativa supeditadas a la pragmática de la información.
Así, independientemente de que dentro de las formas del razonamiento mundano y práctico, requerimos muchas veces de la razón comunicativa, en las comunicaciones profesionales con otros colegas, en las comunicaciones diarias con nuestros hijos y las relaciones afectivas, o simplemente en las comunicaciones ordinarias, en el simple valerse del lenguaje para comunicarse y entender a sus semejantes, los razonamientos mundano y práctico están provistos de su propia autonomía y no todas las actividades relacionadas a la auto explicitación y explicaciones de razones y modos del raciocinio en la vida cotidiana requieren de la racionalidad comunicativa como su modo propio de razonamiento y racionalidad. Por ejemplo, cuando una persona organiza sus propios fines, objetivos, metas y propósitos en su vida cotidiana en su semana, en su año o en su vida, esta persona organiza sus propias actividades según razonamientos de acuerdo a sus fines, metas, propósitos, objetivos, los cuales suministran ellos mismos a esa persona los imperativos de racionalidad y razonamiento mundano y práctico que son requeridos para que este sujeto pueda cada semana conseguir los fines que se propone, escribir un artículo, enviar unas correspondencias, arreglar un mueble que está roto en su casa, encontrarse con una amistad, llevar a sus hijos a pasear el fin de semana, obtener un determinado resultado en su trabajo, obtener recursos económicos para algo que desea realizar, lograr unas buenas vacaciones u obtener estos o aquellos productos para su casa, estos o aquellos alimentos, conquistar a una muchacha, en el caso del galanteo y el enamoramiento, por referir sólo algunos ejemplos tomados al azar los cuales suponen formas del racionamiento y la racionalidad supeditados a imperativos lógicos los cuales no siempre se corresponden con formas de la racionalidad antes referidas.
En la misma forma cuando afirmamos que una forma de la racionalidad comunicativa no es propiamente la que funciona en un modo dado de razonamiento no necesariamente decimos que la comunicación no sea racional, decimos simplemente que no estamos precisamente ante un modo de racionalidad comunicativa sino frente a otros. La racionalidad es así comunicativa, bien sea que hablemos de sujetos en relaciones intersubjetivas persona a persona cuando estos hablan, conversan o comparten una actividad mutua, en el hogar, por ejemplo, en la comunicación de pareja, cuando el raciocinio de esa actividad puede ser plenamente realizado en la comunicación para lo cual se requiere mutua explicitación, la conformación de enunciados los cuales en si mismos desde que son creados están orientados a ser entendidos por la otra persona, la compenetración, la explicitación de razones y la explicitación de horizontes compartidos, la comprensión y el mutuo consenso.
El consenso en las formas de la racionalidad comunicativa es así imprescindible para que esa razón sea comunicativa y no otra forma de raciocinio, por cuanto para que allá comunicación es requerido que haya consenso entre esas personas respecto al hecho de que habrá de ser la comunicación el modo de racionalidad que hará posible las formas en que entre ellas tendrán lugar y se efectuaran formas explicitadas del razonamiento y el raciocinio.
El consenso en que sea la racionalidad de la comunicación el que domine en un modo de relación, requiere así que las personas que participan en esa relación, estén de acuerdo en que sus modos de explicitación de razones, deben estar supeditados a un modo de racionalidad comunicativa, es decir, que independientemente de que estos sujetos puedan no estar de acuerdo en algo, pensar diferente, e incluso tener puntos de vistas enteramente divergentes e incluso contrapuestos, estas personas deben ponerse de acuerdo en que de ser la racionalidad comunicativa aquella en que sus relaciones abran de darse racionalmente, cada uno deberá supeditar sus propias razones al hecho de que la razón comunicativa requiere cuando menos formas del entendimiento, una la compenetración, la comprensión y entendimiento necesarios para que la comunicación sea posible, y por lo mismo domine como forma de racionalidad, que es cuando los sujetos priorizan las razones de mutuo entendimiento, y postergan aquellas que los contraponen o impiden la comunicación, cuando deciden convivir con sus diferencias.
Lo dicho antes, se aplica también dentro de la ciencia en sus propios modos de diferenciarse. Así, cuando razonamos científica e intelectualmente la cientificidad es la que ofrece la condición de pleno desenvolvimiento como forma de razón y racionalidad, es decir, como modos diferenciados los cuales se diferencian entre si precisamente según esta forma de la cientificidad ofrece a ese modo de la razón su efectuación autónoma, sean más o menos teóricos, más o menos abstractos, más o menos analíticos nuestros análisis. Por este motivo, decimos que razonamos en forma abstracta, analítica, teórica y científica, como formas relacionadas y diferenciadas. Aunque relacionadas, no en toda forma en que razonamos en modo abstracto razonamos en forma teórica y a la inversa, aunque en ocasiones también. En la razón teórica somos abstractos, indudablemente, pero no todas las formas en las que razonamos en modo abstracto razonamos en forma teórica, y algunas formas en las que razonamos teóricamente pueden ser analíticas y no siempre abstractas. En la misma forma, en el razonar teórico, estamos en una forma de la razón analítica la cual supone la razón teórica, pero no en todas las formas de la razón teórica somos propiamente analíticos, aunque en otras sí.
De este modo, mientras el imperativo de cientificidad se ofrece como modalidad amplia y versátil cuando intelectualmente razonamos según un vasto campo de posibilidades que pueda abarcar, desde las ciencias teóricas hasta las ciencias tecnológicas, la cientificidad de ese modo de la razón, estará ella misma altamente diferenciada según los modos específicos de la razón le estén supuestos. No será así lo mismo, aunque un modo de la razón científica teórico, abstracto y analítico, que uno tecnológico, incluso aun cuando la tecnología en sí misma, para ser posible, allá supuesto ella misma la cientificidad de una razón teórica y analítica que le hicieron posible y le engendraron.
Sin embargo, de no existir una forma específica del sujeto para estos modos de la razón, en específico la ciencia y la teoría como sujetos, así como las formas del sujeto que le son correspondientes, esos modos de la razón no podrían desarrollarse en su completa autonomía. Esta secularización, que entendemos como, desde el punto de vista de las disciplinas, entre las ciencias que llamamos exactas y las que definimos como sociales y humanas, una forma de la sobreespecialización, sobrelleva también las formas de la división social del trabajo que le están supuestas, así como grandes diferencias entre los imperativos técnicos de acuerdo con la variedad y diversidad de esas especialidades.
La razón instrumental es la que ha querido dominar por sobre las restantes formas de la razón instrumentalizándolas, sin embargo, esto ha estado relacionado al hecho de que en su relación al sujeto y la subjetividad, de todas las formas de la razón, la instrumental es aquella que ha supuesto a formas de sujeto y subjetividad que han querido resultar ellas mismas formas envolventes respecto a las restantes. Y estas formas de sujeto y subjetividad que se han apegado a la razón instrumental para instrumentalizar el resto de las formas de razón, tienen su origen en formas específicas de la subjetividad las cuales no necesariamente se corresponden con los imperativos que requerimos en las ciencias analíticas, teóricas y demostrativas.
©Abdel Hernandez San Juan. Conceived, written, composed and created By Abdel Hernandez San Juan as Individual Author
Bibliography
Habermas Junger, La Teoría de la Racionalizacion de Max Weber, Teoría de la acción comunicativa, Taurus
Habermas Junger, Teoría de la acción comunicativa, Taurus
Habermas Junger, The Theory of Communicative Action, Beacon Press, Boston
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