El filosofar y la luz

 El Filosofar y la luz


©Por Abdel Hernandez San Juan


This paper retheorize and reconsider one of the issues less developed in classical philosophy, the issue of concepts. From Aristoteles to Hegel including all the intermedia ancient thinkers, the theory and the logic of concepts was yet a clearly pour and undeveloped subdivision of the logic of subject and predicaments usually limited to the capabilities of judice. Given as obvious and notorious that concept was the less developed concept we received from tradition since ancient thought which started to be first time focused from positivism, the paper proposes a first revisitation to concepts retheorized after Derrida and Deleuze philosophical theories of surfaces, ousia and gramme between grammatology and geometries, and what’s philosophy respectably, but reconsidered from iluminism turning to the age of renascences considered as the beginning of humanism. The paper is a first introductory one in an upcoming serie toward further papers focused in concepts and conceptualism since logical positivism in the analytical philosophy of sciences 


Key words: the logic of concepts, conceptualism in analytical philosophy of sience, iluminism, humanities 


La verdad de la línea es superficie, la línea se convierte entonces en Superficie que por una parte es una determinación con respecto a la línea y el punto, y por este hecho superficie en general, pero que por otra parte es la negación suprimida-retenida del espacio y por ello mismo la restauración de la totalidad espacial. Este movimiento de producción de la superficie como totalidad concreta del espacio es circular, podemos demostrar en sentido inverso que la línea no se compone de puntos, puesto que está hecha de puntos negados, y que la superficie no se compone de líneas por la misma razón. Se considerará desde este momento que la totalidad concreta del espacio está en el comienzo, que la superficie es su primera determinación, la línea la segunda, el punto la última.


Jacques Derrida, Ousia y Gramme,

margins of philosophy, the university of Chicago press

Cathedra, spanish


 Cual ha sido y porqué la relación entre el conocimiento filosófico teórico y la luz?. Porqué adjudicamos a esta forma específica en que generamos conocimiento, el conocimiento abstracto, intelectual, además de su acumulación propia, aquello que acumulamos a través de ese conocimiento en estas teorías y ensayos, una determinada relación a la luz y cuál es esa relación, en que formas se presenta?. 

  La luz corresponde al conocimiento filosófico y teórico, cuando este último se recorta el mismo en sus conceptos y nociones, gnoseológicamente, y en los términos de nuestras propias teorías, este ensayo, el previo, el anterior, los que le siguen, cualquiera de mis libros, alrededor de los conceptos.  

   A este recorte, sin embargo, corresponde una relación según la cual el recorte mismo, esta forma textual e intelectual en que desarrollo mis conceptos y abstracciones, no puede sino desenvolverse siempre en tanto se relaciona a aquella otra a cuyo respecto se ofrece como una forma de ese recorte, de su propio recorte.  

    El recorte es así, y se presenta, antes que como un asunto de escritura, como un asunto epistemológico. Sin embargo, no puede dejar de presentarse aquí la pregunta de si acaso, dado que a la luz asignábamos en lo que a los liminales se refiere, una relación a la percepción, la imagen y la presencia, que definíamos como lo que hace presencia en esa imagen, cuando la luz participa de modo decisivo en aquello que hace presencia y la presencia misma, existe una disparidad, entre esta luz que acá respecto al filosofar de estos mis ensayos y libros, definimos por su relación a un cierto recortarse el filosofar desde y alrededor de los conceptos, y aquella otra luz que relacionábamos tan estrechamente a la presencia de la imagen cuando le entendíamos según su relación a la penumbra, etc.  

   En qué condiciones de posibilidad teórica habríamos de precisar la inconmensurabilidad de la relación, paridad o disparidad de ambas?. La pregunta en cuyos desvanes desenvolveremos a continuación el filosofar de esta relación significativa entre el filosofar mismo y la luz, es aquella de acuerdo con la cual inquirimos si acaso esta luz y aquella otra corresponden a una misma luz y en qué sentidos. Si en principio la luz en el filosofar este no hace sino corresponder a un cierto recorte, es decir, se suscita no sólo en tanto el concepto mismo supone su recorte, sino en tanto con el concepto iniciamos el trabajo de unos determinados recortes por sobre aquello que filosofamos, cual sería entonces su relación a aquella luz otra relacionada a la presencia de la imagen?.  

   En el recorte no precisamos, lo sabemos, presencia alguna, ni siquiera la presencia de alguna imagen, al menos en lo que a este concepto de recorte corresponde, es decir, a la forma en que los conceptos mismos suponen el recortarse en esa y de esa forma conceptual. Dado que los conceptos no son en si mismos figuras las cuales corresponderían a determinados contornos descritos por una figura otra de acuerdo a la cual el recorte no haría sino recortar y recortarse de acuerdo o según aquella figura otra, en el recortarse de los conceptos estos por si mismos se ofrecen y no hacen sino recortarse de acuerdo a su propio campo conceptual es decir, a su epoque connotativa y paradigmática, y no según la descripción que alguna forma otra, exógena para el concepto esperaría y exigiría recibir en torno a su forma.  

   No existiendo así para el concepto, a diferencia de la palabra, precisamos aquí una significativa diferencia entre concepto, termino y palabra que veremos más adelante, relación referencial alguna, o modo alguno de seguir la forma que le pediría recorrer en su torno cualquier figura otra denotada, qué recorta el concepto?, sobre qué se recorta?, cual es su espacio de recorte?. Si no recorta nada que le vendría dado de acuerdo a la forma en que cualquier figura otra supondría, las formas de ese recorte sobre ellas, sus propias formas, de acuerdo a qué, y según qué lógica, siguiendo qué movimientos, el concepto se recorta?.  

   Aquí lo más significativo en principio es la dilucidación misma de que en el concepto y con el concepto no recortamos nada, es decir, que no se trata de recorte en el sentido o en tanto recortar supondría el recorte de algo, de alguna forma, por ejemplo, o figura, sino que viene a ser el concepto mismo el que se recorta, es decir, el no recorta otra cosa que ha de ser recortada como siguiendo los contornos o las formas que habrían de ser descritos, sino que el mismo es un recorte, es decir, el se recorta de acuerdo a su propia forma que le viene dada en su propio campo como la forma del concepto, es decir, como aquello que ese concepto en si mismo significa.  

   Y dado que la complejidad semántica, connotativa, paradigmática incluso del campo de significados filosóficos que un concepto supone, no remitiría nunca a una figura sobre cuyas formas el recorte tendría lugar, el concepto no sería sino precisamente eso que nunca es recortado. Vendría a ser, de hecho, el concepto, aquello que se recorta sin ser recortado, es decir, que se recorta en su propio recorte, pero que no recorta nada sino sólo el recorte que su propio campo conceptual supone. Este es, por lo mismo, un recorte muy distinto. Y porqué el recorte para el concepto?.  

   Si el concepto es el mismo lo que se recorta pero no es recortado, no recorta nada ni es el recorte de nada más que de sí mismo como la forma del recorte, tendríamos que suponer para el concepto una forma de entender conceptualmente el recorte que sería, de hecho, lejana a cualquier representación del recorte. Si el concepto se recorta y es lo que se recorta, pero el mismo no es recortado ni recorta nada no sería acaso el concepto precisamente lo opuesto de un recorte, o de la idea misma de recorte?.  Dado que hasta en el recortar más espontáneo describimos una cierta línea regular o irregular en torno a determinados contornos, tendríamos que suponer para el concepto la idea de un recorte, en el recortarse mismo de los conceptos, que vendría a ser la abstracción absoluta del recorte, sin sujeción incluso a  las formas no premeditadas aludidas antes. 

Veíamos ya que en su relación a la presencia, la luz requería precisamente de todo lo contrario a un contorno, de hecho, donde quiera que aparecía un contorno la luz se alejaba de la presencia mientras su participación definitiva en la presencia se relacionaba precisamente en la posibilidad de ofrecer a la imagen su presencia, de ofrecer incluso a la idea de presencia en su fenoménico la posibilidad de una imagen, precisamente donde no existían contornos es donde la luz comenzaba a participar decisivamente en la presencia de la imagen.  

Y decíamos, esa imagen esa presencia en la luz y sólo gracias a la luz, en tanto es la luz misma la que le ofrece su presencia y en tanto es incluso la luz la que ofrece a la presencia la posibilidad de una imagen, ambas cosas, imagen a la presencia, y presencia a la imagen. Será entonces acaso que en su relación a lo que se recorta sin ser recortado ni recortar nada el concepto y la luz vienen a relacionarse?. No podríamos de hecho dejar de decir aquí que existe una relación significativa aunque estemos compelidos a explicitarla, y a analizarla.  

Si la relación entre el filosofar y la luz viene dada en el recortarse de los conceptos, es decir, en el hecho mismo de que, independientemente de que recibamos y ofrezcamos una determinada acogida a los conceptos como estos se ofrecen a disponibilidad en las filosofías antigua y clásica, creamos con nuestros conceptos y el recortarse en que les desarrollamos, nuevos horizontes de significación y sentido conceptual, conseguimos mover en nuestro propio filosofar y teorizar estos hacia nuevos horizontes y posibilidades, entonces la relación entre el filosofar y la luz viene dada por esa inauguración que hacemos en y con el concepto en sí mismo y por si mismo. 

No se trata de que exista un espacio de recorte desde el cual los conceptos mismos serían recortados de acuerdo a una actividad de recorte otra exterior la cual desde sus afueras recortaría los conceptos como a sus siluetas o a sus figuras geométricas, se trata, por el contrario, de la posibilidad de representarnos la idea de que algo así como lo que se recorta sin ser recortado desde una exterioridad otra que le recortaría, y sin recortar nada como si su propio espacio fuere el de esa exterioridad de quien recorta, vendrían a ser el concepto la forma discreta en que el recortarse, en este ensayo, este libro, el previo, el siguiente, el plano de conceptualidad en que una determinada superficie  vendría ella misma dándose en el recortarse de los conceptos. Sin embargo, esta superficie no podría ser ella misma sino como la abstracción misma en que el concepto es lo que se recorta, otro fenoménico el cual no sería aquel mismo en que la luz se relacionaba a la presencia. En pocas palabras, para que el concepto sea lo que se recorta sin corresponder a un espacio otro de recorte desde cuya exterioridad este vendría a recortar o a ser recortado, la superficie tendría que ser ella misma aquella en la que ese recortarse el concepto tiene lugar, si bien no como su tener lugar en ella, sino antes bien como ella misma, en su propio darse, en su tener lugar, en tanto obviamente no tendríamos superficie aunque esta no fuere si no por todos sus lados infinita, sin el plano y los espacios mismos de conceptualidad en que se recortan los conceptos. Vendría a ser entonces una superficie sin relación alguna entre figuras y fondos, desprovista enteramente de contornos. Sería así el recortarse mismo en la ausencia completa y definitiva de todo contorno, algo que vuelve a remitirnos a esa relación entre el concepto y  la luz que teníamos entre la luz y la presencia, la cual se daba en esa forma inusitada en que la luz parecía bañar la imagen cuando en realidad no hacía sino ofrecerle la posibilidad misma de su presencia de su presentarse a la presencia de la imagen visual, esa imagen que definíamos como bañada de luz.     Lo anterior no significa que los conceptos sean ellos mismos luz o estén proveídos de alguna inmanencia o sustancia que en los términos de una ontología definiría al filosofar y la luz como relacionados por una mismidad en su materialidad, o un sí mismo correspondiente, sino antes bien, pues indudablemente el concepto y la luz tampoco responden ni a la misma materia, ni a la misma sustancia ni al mismo ontos, se trata de que en los conceptos trabajamos ineludiblemente con la luz, movemos la luz, distribuimos la luz, removemos la luz,  redistribuimos la luz, ofrecemos una nueva luz, traemos a la luz, relación está entre el filosofar y la luz, la del filosofar y la de el iluminar, que definimos hoy, al menos así en mi propio ámbito en el teorizar en la academia en el  mundo anglo en EUA, cuando decimos lighting con lo cual no estamos significando otra cosa que precisamente esta conjugación, cuando digo estoy lighting, significamos estoy trayendo nueva luz  por sobre ciertos temas, fenómenos, preguntas.  

Si bien no en todas las formas igualmente ricas y provisorias en el filosofar y el teorizar estamos precisamente lighting, no pocas otras veces si estamos abocados a este trabajo que toma, sin dudas, un modo peculiar de esfuerzo dado en y por el hecho de que requiere ver el pensamiento, es decir, visualizar en la pura abstracción teórica las formas conceptuales que proponemos y desarrollamos, movimiento este que corresponde a formas determinadas, a veces teorizamos para elucidar, decantar y despejar dejando así la luz para ciertos capítulos, temas, asuntos que resulten cruciales a los sentidos y significados teóricos. No en balde en el iluminismo la filosofía era directamente relacionada a la luz.  


©Abdel Hernandez San Juan

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Bibliography


Derrida Jacques, Ousia and Gramme, Margins of Philosophy, The University of Chicago Press

Deleuze Gilles and Felix Guatary, What’s Philosophy, Anagrama


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