El ser y la monada

 







El Ser y la Monada

©Por Abdel Hernandez San Juan

This paper discusses the classical issues of the relation between being and language on how being and language relates out here and out there through subjectivity, but mainly as a matter of language in the ways of theorizing. Placing out this major classical issue Derrida discussed in his theory on Benveniste and the supplements of the couple, the paper discuss how the issue of language presents to being and biseversa in different forms according to if such a form of theory is being a transcendental, empirical or hermeneutical one. 

    the paper theorize and propose how the relation between being and monad makes the rooms and vehicle the capability of hermeneutic to be a theorizing on language, subjectivity, intersubjectivity, spaces, the city, architecture, etc., from the theory of forms, affectives, flexibles, fluids, relationals, etc., to the theory of language, the phenomenologies of the inside and outsides, subjectivity and intersubjectivity. 


Keywords: language. Through and being, hermeneutical, empirical and transcendental theorizing, being and monad, hermeneutic and phenomenology, hermeneutic analysis, interpretation, theory of forms, subjectivity and intersubjectivity


Lo que Benveniste muy rápidamente llama la noción de ser no es ya simplemente una categoría homogénea a las otras, es la condición transcategorial de las categorías, Benveniste lo reconoce, más allá de los términos aristotélicos, por encima de esta categorización se despliega la noción de ser que envuelve todo. Sin ser en sí mismo un predicado el ser es la condición de todos los predicados. Lo que descubre Benveniste por esta extensión es la relación absolutamente única entre lo transcendental y la lengua.


Jacques Derrida, Philosophy in front of linguistic

  En el movimiento que hacemos cuando en el filosofar el ser dejamos abiertas a las preguntas sobre este, en el filosofarle en que le suponemos relacionado al sentido de la vida y al tiempo hay una omisión de lenguaje. Esta omisión de lenguaje, sin embargo, resulta bastante más interesante de lo que en principio podemos haber supuesto. En la pregunta, omitimos el lenguaje cuando buscamos al ser su propia filosofía, en el modo de su filosofarle, omitíamos que el lenguaje estaba ahí, tangible en el cuerpo de esa escritura, para que en su lugar el ser mismo, en el ser de la filosofía y su escritura, pudiera hablar algún lenguaje el cual vendría a ser algo así como, el lenguaje del ser. Pero, porque tendría que ser, algo así como ese lenguaje que si correspondería al ser, a diferencia de cualesquiera otros lenguajes, uno de acuerdo con el cual se omitiría que el lenguaje está ahí?. Sería acaso ese otro lenguaje en cuyo lugar el lenguaje mismo estaría omitido, como lenguaje del ser, ese en que si hablaría el ser, en que el ser si hablaría en la filosofía y la filosofía en el, otro lenguaje, o seria acaso el mismo en omisión?.

   Cierto es que, sea el mismo omitido u otro en su lugar, a la invocación de una omisión de lenguaje para la filosofía del ser corresponde, por lo menos, la idea de que, o bien esta habría de ser una escritura con los ojos cerrados, es decir, una en la cual el ser vendría hablando su lenguaje, en la forma de un a sabiendas de que esta ahí pero como con los ojos cerrados, es decir, en la forma de un no quiero mirarlo, o más precisamente, de un quiero olvidar que está ahí, de un, es más, olvidemos de una vez que está ahí, y dejemos simplemente al ser, en sí mismo, y de la filosofía, y de su filosofarle, hablar su propio lenguaje. Sin embargo, este es un asunto que se mueve bastante más allá de una simple cuestión de visualidad del lenguaje. Supone, de hecho, otras cuantas cuestiones sobre cuáles son nuestros propios conceptos sobre qué es la filosofía, que es el filosofar de esta y cual su sentido y razón de ser.

   Cuando filosofamos como si el lenguaje no estuviera ahí, el filosofar no hace sino traerse consigo a través de su concepto matriz el ser (para cualesquiera otros conceptos, el tiempo, la materia, la memoria), todas las demás cuestiones, preguntas, conceptos, las cuales habíamos visto en otra forma en su relación a otros conceptos. Así, solo en la forma de una filosofía del ser omisiba hacia el lenguaje tangible, puede el lenguaje filosófico recorrer las preguntas ontológicas, sobre la inmanencia, cualquier inmanencia, como preguntas que han de constatarse, corroborarse, elucidarse, darse y moverse de acuerdo al ser, según en el filosofar del ser puede, y a través suyo, filosofarse cualesquiera otras preguntas sobre la inmanencia. En pocas palabras la cuestión omisiva hacia el lenguaje en el centro de una filosofía del ser no es tanto metafísica como relativa al hecho de si esa filosofía en si misma es trascendental, empírica o hermenéutica. La filosofía trascendental requiere de una mise in abism, no solo en tanto seria ella misma una filosofía sobre asuntos transcendentales, aquellos mismos conceptos, ser, tiempo, materia, memoria así entendidos, sino en tanto ella debería corresponderse, como el ser en cuyo ser de la filosofía esta hablaría su lenguaje, con el movimiento otro, trascendental el mismo, en cuya transcendentalidad la filosofía misma quedaría en abismo.

    La omisión de lenguaje estaría así, en principio, de acuerdo a una primera forma gráfica, relacionada no ya sólo a ese lenguaje en que el ser hablaría en el ser de la filosofía, sino sobre todo a dos formas relativas al movimiento trascendental de los conceptos, de un lado, el movimiento de acogida según el cual ese lenguaje omitido recibiría el movimiento trascendental de un concepto o serie conceptual según estos tendrían que presentársele a ese filosofar de acuerdo al movimiento que movería a ese mismo filosofar en un supuesto de trascendencia, y de otro lado, al movimiento en que en este filosofar haríamos moverse a todos los demás conceptos, asuntos, preguntas, etc., y a sus mismidades, sus ontologías, a través de ese concepto matriz, en esta ocasión nuestro concepto mismo del ser. En su recibimiento de los conceptos desde la tradición clásica, su visita y acogida en el hablar, las filosofías trascendental, empírica y hermenéutica hacen algo distinto.

   Un tiempo trascendental movería en su hablar al ser de esa filosofía trascendental del ser tornándole a ella misma trascendente, por lo que dice, y por lo que le mueve a decir. En la empiria, sin embargo, las formas que ha de tomar esta filosofía será aquella en que mejor se objetive determinada empiria que resulta en su asunto, objeto de constatación, descripción, catalogación, pormenorización, visualización, su objeto de conocimiento. Pero en una filosofía hermenéutica el desenvolviendo de esas figuras está situado entre hablantes, entre otros sujetos que también generan enunciados los cuales a su vez corresponden a una lengua en cuyo desarrollo esa cultura misma se compone y forma de interpretaciones y lecturas. Como podemos en un filosofar hermenéutico hacer una filosofía del ser?. Y esta es una pregunta crucial. En que formas podemos desenvolver una filosofía del ser en el filosofar hermenéutico?. En que otras formas?. Si en la hermeneusis nuestro ser mismo en el filosofar están no solo en el lenguaje, sino trabajando además con el lenguaje, la hermeneusis no se corresponde con una serie de figuras que suponíamos otrora indispensables para una filosofía del ser.

   Suponíamos, de hecho, que una filosofía del ser debería corresponderse con los existenciarios, es decir, en última instancia con imperativos de existencia, o relativos a la existencia misma, fenómenos que se expresaban no sólo en el existencialismo, sino también en cualesquiera otras entre las formas que le suponíamos a ese ser para los existenciarios, como podrían haber sido, en las antípodas del romanticismo, el nihilismo y el estoicismo. A que figuras entonces respectivas al ser correspondería o en relación a cuales, si su filosofar el ser supondría de una vez el lenguaje, y no precisamente como en toda la filosofía anterior su omisión, la posibilidad de una hermeneusis filosófica que resultare o fuera en si misma como filosofar hermenéutico una filosofía del ser?. Para la filosofía trascendental el ser no puede sino seguir el mismo recorrido de los conceptos. El movimiento de acogida, recibimiento y transformación en que los conceptos se relacionan no puede sino suponer una forma en que el concepto mismo de ser se abría a todos los demás conceptos recibiéndolos, acogiéndolos y tornándolos, o bien al ser mismo en estos conceptos, o bien a estos conceptos todos en el concepto mismo de ser. En el empirismo, incluyendo aquí todas las formas de la fenomenología, también la semiótica, el ser resultaba diluido, pulverizado argüía Deleuze respecto a Hume, en las formas que a esas empiricidades les estaban supuestas, se diluía en una filosofía de la percepción y la conciencia. No se expresaban en ellas por lo mismo más que, en una, el ser trascendental del ser de la filosofía del ser y del ser que filosofaba, en la otra, el ser se diluía en la percepción y la conciencia.

  Y voy a sostener aquí en la forma de una asertividad desde y para el filosofar hermenéutico que una filosofía hermenéutica puede trabajar como filosofía del ser en tanto el ser de la hermeneusis como la hermeneusis misma, está en relación no a una pregunta definitiva por el sí mismo del ser y de todo ser, su mismidad en la coincidencia consigo mismo, como el ser de todo ser, sino respecto a una monada. Qué es la monada y porque esta como el correlato al ser para un filosofar hermenéutico que quiere también, además, filosofar el ser de acuerdo a la hermeneusis en el lenguaje. La monada es el ser que se extiende y distiende, se recoge y se despliega en las formas, que se cierra y se abre sobre si mismo, desde si mismo hacia lo demás y en relación a lo demás,. En este movimiento de recogimiento y cierre en un momento de su clausura, la monada coincide con el cuerpo literal del ser, es decir, viene a ser ese cuerpo literal, nuestro cuerpo en principio singular, individual, según corresponda el filosofar al ser uno, o las formas todas en que esos movimientos de apertura y cierre, complexión y extensión, ensimismamiento y despliegamiento en formas dadas competen a las relaciones de sentido. Ese ser puede filosofarse por lo mismo en las monadas que corresponderían a los cuerpos de esas formas, a sus corporalidades.

   Así, cuando el ser se ha tornado por sobre y alrededor cerrando sobre si mismo, bien sea en su ensimismamiento, o bien en su diferencia percibida como una objetividad otra desde otro cuerpo entre los cuerpos, e incluso en su auto percepción, la monada viene a ser como la piel de ese ser, es el espacio y la superficie por sobre la cual en la mirada el ser se percibe y percibe su entorno, los ambientes, el habitad, los objetos, los espacios y el modo en que estos le significan. Esta superficie, este espacio de recubrimiento, sin embargo, coincide en principio en tanto el ser siente, vive y presencia en la monada y solo en la monada, con las diferentes formas respecto a las cuales estas formas de lo que se cierra o abre sobre si mismo y a lo demás, suponen relaciones de sentido, como decía, que contemplan una alta variedad de formas diferenciadas en que han de filosofarse las relaciones entre el ser y la monada en el filosofar de esas formas. 

   Bien sobre si mismas para el ser como formas, o bien correspondan a la subjetividad enteramente desplegada esta sobre sus propias efectuaciones, es decir, en sus modos del devenir algo nuevo. En la monada, el ser percibe que determinadas formas de espacio suponen contigüidades, continuidades, discontinuidades, aleatoriedades que se presentan en modos diferentes a esas relaciones en que se vive a si en la monada, habitaciones, casas, ciudades, ambientes, espacios, su propio cuerpo, sus obras, las cuales le suponen, a los modos de su estar y su ser en la monada, formas diferenciadas de esos modos en que se relacionan uno a otro, uno en el otro, uno desde y por sobre el otro, según estos espacios están provistos de sentidos, y bien le signifiquen así diferenciadas formas del dar y el recibir, de la posesión y el desprendimiento, el egoísmo y la reciprocidad, el ensimismamiento y la mutualidad.

   En la misma forma, el ser percibe en la monada una alta variedad de formas de su dar y su darse, según da de sí, y en el filosofar de ese dar, las cuales suponen modos en que en estas relaciones desde si mismo hacia sí mismo, en tanto monada ensimismada, o desde si mismo hacia lo demás en tanto se extiende y distiende en la subjetividad, sean espacios, formas, ambientes, obras, u otros, se comunican los sentidos, su propia percepción de sentidos relativos a la sensibilidad, la literatura, la música, el arte, la ciencia, las preferencias, o las formas de sentido que le significan en tanto le hacen este o aquel sentido, las cuales le vienen, o se le dan a ese ser henchidas de sentido o carentes de este, y la pregunta respecto a cuales sentidos, en sus significatividades, correlativos a su ego. Ahora bien, si en la filosofía hermenéutica no podemos desenvolver la filosofía del ser en otra forma que de acuerdo a sus recubrimientos, a sus extensiones, a sus relaciones de sentido, en pocas palabras, como filosofía de la monada, no pueden sino dejar de presentarse una serie de preguntas significativas. 

  Preguntábamos como podemos en una filosofía hermenéutica filosofar el ser, y respondimos que podemos en tanto filosofía de la monada, pero la monada no solo plantea al ser las formas de su recubrimiento, la superficie de correlato físico y de sentido por sobre la cual ese ser se cierra sobre sí mismo como cuerpo y se extiende desde sí mismo como mirada hacia lo demás, la subjetividad, sus creaciones, los espacios, la ciudad, la arquitectura, sino que además la monada también plantea al ser determinadas diferencias respecto a los modos en que la filosofía del ser suponía, no ya sólo la relación a los existenciarios, en que el ser era filosofado sólo en acuerdo a su existencia, o a la metafísica de su relación al tiempo trascendental, sino también las relaciones identitarias, es decir, los modos en que una filosofía del ser no respondía sino por la identidad de este ser consigo mismo y para sí mismo, que definíamos como, en la pregunta por el ser en si del ser o de la cosa, su inmanencia, como la lógica identitaria, lo idéntico a sí mismo.

La pregunta aquí es esta, podemos en una filosofía hermenéutica de acuerdo con la cual ya no preguntamos por un ser en tanto el ser en si del ser y el ser en si de la cosa, en cuyo lugar omitimos el lenguaje, ser una filosofía del ser sin responder por las preguntas sobre el ser en si de ese ser y de la cosa?. 

   En el filosofar del ser en la monada la filosofía hermenéutica del ser no quiere ya filosofar al ser de acuerdo a una idea de ese ser en sí, sino en tanto ese ser esta deviniendo siempre otra cosa de acuerdo a como, en sus relaciones de sentido y significatividades, este ser se extiende y se relaciona. Lo anterior no significa que no podemos responder por preguntas emocionales y afectivas que llamamos o entendemos como profundas, podemos, sólo que en el filosofar de estas ya no estaremos preguntando por un ser en si indiferenciado para sí y según su sí, sino en tanto este ser se relaciona, da, recibe, se comunica, se expresa, se complexiona, ensimismado o relacionado. En el filosofar el ser ensimismado, de hecho bastante podemos filosofar sobre las emociones y afectos en tanto emocionalidad y afectividad no sólo se dan según el filosofar de la monada como formas literales de afectividad y emoción, aunque en ocasiones también, sino en tanto el filosofar de toda forma supone el filosofar de una abstracción de relación que en la lógica formal misma de esa forma esta supuesta.

   La filosofía de las formas, de hecho, no puede serlo propiamente, incluso en el filosofar de las formas más abstractas de la lógica, la gramatologia, el lenguaje y más allá la geométrica, la informática, la cibernética, la matemática, e incluso hasta la cartografía, sin serlo sobre los afectos y los modos afectivos que a esas formas están dados en tanto la forma de relación que suponen, si son complexivas o extensivas, coextensivas o dúctiles, impresivas o expresivas, lúdicras o dinámicas, inclusivas o exclusivas, extracotidianizadoras o reiterativas, rituales o desfamilizarizadoras, entre tantas otras modalidades. No se trata con lo anterior de decir que una filosofía hermenéutica que considere también como uno entre sus acápites el filosofar el ser en la monada tendría que darse propiamente como una filosofía de las formas, a cuyo especifico tema no está consagrado este ensayo, valdría la pena de hecho el esfuerzo a una filosofía de las formas que pudiere también desarrollarse como una filosofía sobre el afecto en la relación que no pocas veces e anunciado en mis escritos sobre cibernética, internet y afectividad, sino más bien de situar que el filosofar de la monada no puede dejar de ser, en tanto supone el filosofar de esas formas en que en la monada el ser da, recibe, se extiende, se distiende, en el cuerpo, obtiene incluso en la subjetividad, las relaciones entre sus adentros y sus afueras, la posición de la mirada, y las relaciones de complexión en que el mismo cierra sobre sí mismo como monadas ensimismadas o sobre sus corporales como monadas de sentido y significatividades.

   El filosofar de esas formas dadas, especificas, en que en la subjetividad están supuestos unos modos de la relación, en el filosofar el dar de sí, por ejemplo, los cuales inevitablemente suponen el filosofar de unas ciertas formas, o de las formas en que toman lugar esas relaciones de sentido. Pero el ser no sólo está ensimismado, y por lo mismo, en sus significatividades, ese ser está en relaciones comunicativas, de amor incluso, que pueden representarle los afectos y el filosofar de esas formas de esa afectividad que están supuestas en los modos de esa relación monadica entre el ser, en sus movimientos que suponen los modos de su relación, pero sobre todo de sus devenires, es decir, de los modos en que en la subjetividad de esa monada el ser deviene siempre algo nuevo. No deja de hecho de plantearse aquí la pregunta de si acaso en un filosofar hermenéutico el ser como filosofía de la monada, la filosofía del ser no tendría que, al menos como una entre sus áreas, desarrollarse como filosofía de la subjetividad y hasta incluso en torno a las modalidades de asuntos que así lo requieran como filosofía de la intersubjetividad.


 Bibliography


Derrida, Jacques Ousia and Gramme, Margins of Philosophy, The University of Chicago Press

Derrida, Jacques The Supplement of the Couple, Margins of Philosophy, The University of Chicago Press


Deleuze Gilles, The Fold, Leibniz and the Baroque, the University of Minnesota Press

Deleuze Gilles, El Pliegue: Leibniz y el Barroco, Paidos Studio


Gadamer George, Estética y hermenéutica, Tecnos, colección metrópolis


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