La inteligencia artificial
Inteligencia artificial
©Por Abdel Hernandez San Juan
This paper discusses artificial intelligence positive consequences on reality including the generalization of tourism
Key words: Artificial intelligence, reality, tourism
La primera gran movida que suscita la inteligencia artificial sobre todo en la sociedad y cultura anglosajona en Estados Unidos según la he vivido muchos años, es el modo en que realidades otrora remitidas a espacios que suponíamos a los cuales se iba, o de los cuales se disponía como desde una exterioridad otra, realidades otrora designativas, han entrado a esta nuestra realidad más amplia desde la cual les confinábamos. Con realidades otrora confinadas a sus espacios, me refiero a fenómenos como la cibernética, la informativa, la computación y el internet, la cultura de servicio en la economía de libre mercado con sus dinámicas de consumo de acuerdo a relaciones de oferta y demanda regidas por la competitividad de los businnes, la publicidad, el entretenimiento y el turismo definidas por espacios a los cuales se iba.
Estas se han extendido y han entrado al mundo de la vida cotidiana en su transcurrir ordinario y domestico agregándole así a la realidad de la realidad un nivel más de realidad, más real que la realidad misma, y sin embargo, hiperrealmente abstracto.
Esta entrada de lo que no por ser la misma realidad, en términos de lo que en definitiva asertivamente entendemos como lo real, se dejaba de percibir como provista de unas peculiaridades otras, hacia los espacios del transcurrir ordinario, sin embargo, no tuvo lugar propiamente en la forma de una entrada, como si pudiéramos separar a la realidad en la realidad, para asignar a una la cualidad intrínseca de esta si, “la realidad”, y aquellas otras, “las realidades de la computación, el ciberespacio o el internet”, “los mercados de la venta y compra de mercancías con sus moles y espacios delimitados”, “la publicidad”, “el turismo”, los viajeros, los forasteros, o aquellas otras, las de los sitios a que vamos desde esta “nuestra realidad” no tan entretenida, hacia sus espacios destinados al entretenimiento, los fines de semana, una vez al mes, en vacaciones, o aquella otra de las altas tecnologías en el desarrollo, sino que se le presentó a la realidad misma en su propia contextura, en su mismo devenir, en sus modos propios de relación al tiempo y al transcurrir, en sus propios términos, podríamos decir.
No se trató pues tanto, si acaso podemos hoy o queremos, una vez que la realidad de la realidad, de nuestra realidad, se ha visto dinamizada, e hiperrealizada en sus propios términos por las realidades antes referidas, recordar en que modos tuvo lugar esa suscitación inusitada, ese modo en que ya era otra cosa en ella misma, en que lo fue siendo y en que lo fue siendo en los mismos términos, no sólo no de una entrada, en realidad la hiperrealidad de esta forma en que se presentó más realidad a la realidad, realidad turística a y en lo real, en sus propios términos, realidad computacional, cibertecnologizada, e internet a y en lo real, en sus propios términos, en su contextura, compra y venta, servicios, mercancías, publicidad, entretenimiento, no correspondió ni siquiera a la lógica de lo que entra o de lo que se presenta, sin presentarse ni entrar, le fue ocurriendo a la realidad misma como consecuencia de las altas tecnologías y el desarrollo.
En el media, en el fenómeno de la proliferación inusitada de cientos de canales televisivos cada uno con sus propias publicidades y programas, en entretenimientos caseros como el atari y el nintendo, se venía percibiendo este fenómeno el cual, sin embargo, no conformó propiamente una suscitación sino hasta tanto las altas tecnologías se tuvieron que optimizar ellas mismas, en el mercado, cuando percibiendo que no era suficiente quedar remitidas a utensilios para el tiempo libre, habrían de ofrecerse ellas mismas, y en la aceleración tecnológica que suponían, presentársele a la realidad en toda su urdimbre, en sus más minúsculos recovecos, donde quiera que, en la fenomenología de ese transcurrir, una tecnología avanzada puede acelerar, mejorar, optimizar, hacer más eficiente y confortable una relación dada al tiempo, el tiempo entendido aquí como tiempo literal, como cuando decimos no tenemos tiempo y determinada tecnología acelera esa comunicación, esa función, y el tiempo en tanto la tecnología le ofrece ella misma una posibilidad otra de lo mismo en el tiempo, es decir, no sólo en tanto se va a ella con una idea de tiempo pensada entre la actividad y la noción de tiempo que le suponemos, sino en tanto la tecnología misma se ofrece como la posibilidad de que consideremos en otro modo, que la tecnología misma suscita y ofrece, la relación de esa actividad con el tiempo, el tiempo en que la tecnología le ofrece al cotidiano otra urdimbre, otro modo de relación, otra forma de desenvolvimiento, de trabajo, textos, memorias, información, pero también de relajamiento, descanso, esparcimiento, o de las relaciones de comunicación.
Cambian las relaciones públicas y el modo de su seguimiento. Que la realidad de la realidad devino para todos turística cuando caminamos por cualquier avenida de New York no es una sorpresa para nadie, como no lo es para cualquiera que camina por San Francisco. El que vive en New York cuando va al café de la esquina es cada día un turista en su propia realidad y no porque lo decida o lo escoja, sino porque la realidad misma no se presenta ni se ofrece en otro modo que como realidad turística, un turismo, sin dudas, distinto a aquel otrora asignativo, denotatorio, remitido y confinado, en tanto no puede ser el mismo el turismo de la señora que llega con su perrito gracioso exótica y extravagante que vemos todos los días desayunar en un café en Manhattan, y el señor mayor que desde temprano esta donde siempre leyendo sus libros exactamente como si estuviera en su casa, exponiéndose en cierto modo en sus hábitos al transeúnte, que el turismo que entendíamos como lo enteramente exógeno. Pero los modos en que la configuración misma de los espacios urbanos fue recibiendo, acogiendo podríamos decir al turismo como su forma propia de ser y de transcurrir esta por supuesto muy relacionado a la generalización de la cultura de servicios y su optimización, de los mercados hacia todos los órdenes de la vida cotidiana, a la profusión de las tecnologías hacia los espacios más minúsculos de ese fenoménico de lo real cotidiano, a la forma en que el entretenimiento se optimizó en los software destinándose a la ilustración, y por las formas en que la cultura de la imagen, de la apariencia, en la exponenciación de la competitividad por la calidad, transformó las imágenes de lo cotidiano en imágenes cada una mostrándose en su exponencialidad de seducción.
En un mundo en el que todo para presentarse a los demás se ha visto antes según su imagen hasta su más extrema perfección por la competitividad en la calidad, lo que queda afuera cuando todo es así, no puede ser otro que un mundo turístico, en las librerías y en las bibliotecas, en los cines y en los revisteros, en los bulevares y en los espacios de compra, todo está según su imagen. La inteligencia artificial, concepto otrora remitido a la computación y la informática, la idea inicial de una inteligencia otra, ha venido a ser la figura en cuyo desenvolvimiento este nuevo mundo desarrolla hoy ciudades, urbanizaciones, arquitecturas, conglomerados, moles y servicios en los que las otrora distinciones entre lo artificial y lo natural se han relativizado.
No parece ya, de hecho, tan significativo obtener las imágenes, objetos, artefactos, formas de la cultura material, alimentos, bienes para el hogar, entre otras tantas bisuterías y furnitures que recibimos por internet, que fueren los realmente auténticos, los cuales por lo demás tienden a volverse inaccesibles, suntuarios, como la posibilidad de que quienes somos los jóvenes, e incluso otros aún más jóvenes que nosotros, que vivimos en esta o aquella forma, en modo new age, new tech, ecológico, multicultural, por ejemplo, hagamos nuestros ambientes, muebles y bienes en el hogar, según los recursos de nuestras profesiones y carreras, honradamente, podamos disponer las opciones de calidad en la forma y estilo de vida en que vivimos. La profusión de lo natural y lo artificial, sin embargo, no supone tanto la idea de que lo natural sea sobreexcedido por lo artificial o sustituido por lo artificial sino antes bien la idea de que también los grandes desarrollos de la inteligencia artificial han sobreexponenciado las posibilidades de lo natural en lo artificial de las ciudades, no se trata pues tanto de una sustitución de lo natural por lo artificial, sino de esas formas en que lo artificial puede y está en condiciones de exponenciar el alcance de lo natural desenvolviendo alternativas que sólo gracias a lo artificial han podido mover lo natural hacia espacios, dimensiones, y formas de su presencia en todas partes a los cuales lo natural por sí mismo no habría arribado. Lo artificial en la inteligencia artificial ha venido así a suplir un muy deseado arribo, un arribo que desde el romanticismo la civilización esperaba y que se había quedado demasiado tiempo esperando sin que el arribo tomare lugar. La inteligencia artificial ha hecho este trabajo, volviendo nuestras ciudades más deseables, nuestro mundo circundante más habitable y ecológico, nuestro habitad y disfrute de la vida en nuestras grandes urbes, más civilizado y armónico. Infinidad de desarrollos logrados y un altísimo alcance exponencial para el desarrollo hacia el futuro es lo que podemos reconocerle hoy a la inteligencia artificial.
©Abdel Hernandez San Juan
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