Los liminales
Los Liminales
©Por Abdel Hernandez San Juan
This paper theorize the phenomenology of liminalities, starting by discussing the perceptual question about if the liminal should be attributed to the eye seen –a supposed to be liminal perception—or to the image itself—a supposed to be liminal image—, and discussing its two moments, the one of separation between perception as a physical activity of the eye itself far to the image itself and the moment of union, when perception and the image looks to synthesis an idea of reality, the paper discuss how while we can say that there are under certain conditions of distinctions some perceptions Liminals itself and some images Liminals, liminality as a phenomena can’t be reduced and is not defined and or originated itself nor in perception nor in the image, but in between sensibility and subjectivity. From this point, after illustrating it with several empirical examples, the paper proposes and theorize a conjunction between a phenomenological theory of liminalities and an hermeneutical one to show and explore how liminalities often evolves a fusion between subjectivity, sensibility and the physicality of the sensorial and multisensorial body including the visual, sound, spaces and tactility
Keywords: Phenomenology, hermeneutic, liminality, sensibility, subjectivity, perception, the sensorial and multisensorial body
La pregunta en este ensayo será a la vez sencilla y prolífica, simple y abundante. A qué corresponde eso que llamamos lo liminal, a qué estamos haciendo referencias propiamente cuando decimos liminal, liminales, liminalidades, lo liminal en su más desarrollada amplitud. Será acaso que lo liminal corresponde a la imagen, es lo liminal propiamente un atributo, propiedad, característica o efecto de la imagen?. Resulta en su alternativa lo liminal mismo en una forma de esa imagen?. Mientras ciertas imágenes pueden resultar ellas mismas liminales a la percepción, cierto es que la liminalidad en lo que le genera y desenvuelve, en aquello sobre lo cual se extiende y distiende, se despliega y efectúa, en su superficie y fisicalidad, una pintura sobre tela, un dibujo sobre papel, una imagen en una fotografía, una vista en un paisaje, no parece pertenecer propiamente como su atributo a la imagen misma.
Sin embargo, que otro elemento en el mundo físico se presenta el mismo como liminal que no lo haga en la imagen?. Como puede lo liminal presentarse y darse sólo según imágenes y de acuerdo a percepciones, resultando incluso sólo un fenómeno perceptivo y de la imagen, sin ser lo liminal un atributo de esas percepciones e imágenes?. Es lo liminal algo que corresponde a las imágenes mismas?, o se corresponde acaso con la pura percepción?, serán acaso los liminales formas de la percepción que se desenvuelven y dan en la percepción, o serán efectos de esta?. Si no se encuentran ni en la imagen, ni en la percepción, pero no les percibimos más que como imágenes y a través de percepciones, qué es propiamente lo liminal?. No siendo tampoco, además, una forma que se encontraría ella dispuesta en el mundo real, y respecto a la cual la percepción y la imagen perceptiva vendrían a percibirle luego, cual sería su lugar?.
En qué forma puede presentarse, siendo percibido y conocido sólo en la percepción y según la imagen, sin ser propiamente un atributo de ellas?. Este ensayo filosófico será el mismo la filosofía de lo liminal, en él lo liminal encontrará su más pleno desenvolvimiento, presentaré y discutiré en él, la filosofía que puede sistematizar lo liminal. Comencemos por una pregunta sencilla, puede una percepción ser ella misma liminal?. No todas nuestras percepciones son liminales, pero algunas pueden serlo de modo que la respuestas es sí, determinadas percepciones pueden ser ellas mismas liminales, puede a su vez una imagen en el mundo físico, sobre una tela, una fotografía, etc., ser ella misma liminal independientemente de que nuestra percepción lo sea?, la respuesta es que ciertas imágenes pueden resultar liminales.
Cómo es que puede lo liminal presentarse sólo en una imagen y de acuerdo a una percepción, como cuando decimos la vista de ese paisaje es liminal y no resultarle, sin embargo, inmanente ni a esa imagen, ni a esa percepción, ni incluso a esa realidad?. Tenemos ante nosotros, en esa hermosa tela, extendido sobre la bella superficie de esa obra, en el horizonte perspectivo de esas esplendidas vistas, percepciones e imágenes que resultan ellas liminales, imaginemos que así sea. Sin embargo, desde el momento en que le preguntamos y que hace esa liminalidad?, es lo liminal de la imagen misma?. O supongamos lo contrario. Imaginemos que afirmamos, esta percepción que estoy teniendo sobre esa imagen, ese paisaje, esa tela, es una percepción liminal.
Si bien no podríamos referir una imagen sin la percepción que le percibe, sabemos que podemos si, por un efecto de puntualización de la mirada, percibir esa imagen según su si mismo, es decir, por el hecho de que conforma una realidad física dada perse a que la estamos percibiendo, o en sentido inverso, entornar la mirada en un modo en que su correlato de imagen se defina conforme le percibimos.
En el movimiento de esta unificación de la actividad perceptiva y su imagen, o de su separación, la percepción como fenómeno físico en un lado, y la fisicalidad que corresponde al si mismo de esa imagen, por el otro, podemos iniciar una hermenéutica que tome el itinerario en un sentido y en el otro. En este movimiento las figuras que resultan ellas mismas propiamente perceptivas se van presentando, desarrollamos así lo que defino como un merodeo hermenéutico. Comenzamos así desde la percepción para encontrar que según un movimiento que iría desde la opacidad hasta sus dos antípodas, la transparencia y la luz, daría con que en el lado de la opacidad, no tendríamos propiamente liminalidad. Seria así propiamente lo liminal contrario a la opacidad?.
No tendríamos que afirmar que fueren contrarios para simplemente decir que la opacidad y la liminalidad no se corresponden con la misma figura perceptiva, mientras, sin embargo, en su otro lado, tampoco una entera transparencia, o una completa luminosidad, serian propiamente liminales. Encontraríamos así que en relación a la luz, lo liminal se encontraría en el lado de aquello que podemos entender como una forma tenue de relación entre las dos figuras perceptivas que contraponen la opacidad. Y vendría aquí a colación un despeje requerido.
En que otra forma que no fuera según les diferencia ante la opacidad, tenderían ambas luminosidad y transparencia a relacionarse como inclusivas que no fuere precisamente en lo que les separa ante la opacidad. La opacidad, de hecho, no es propiamente la oscuridad en despedida a la cual el movimiento de alejamiento transcurriría únicamente hacia la luz, pero no necesariamente en dirección simultanea hacia la transparencia. Indudablemente no toda luminosidad requiere propiamente de la transparencia, la penumbra, por ejemplo, podría ofrecerse como una forma de luminosidad, en alguna de sus modalidades liminal, no en todas, no necesariamente transparente o en movimiento hacia la transparencia.
En el mismo modo, aunque ciertas formas de la transparencia podrían aproximar la luminosidad, determinadas formas de la transparencia se ofrecen ellas mismas como reticentes a la luz.
Tendríamos así que en ningún otro modo que en su diferencia ante la opacidad, la luminosidad y la transparencia se darían más sus formas en la perceptividad y en la imagen. Así, mientras en un nivel extrapolado de luminosidad/opacidad, no tendríamos liminalidad, en el mismo modo en que no la tenemos en la opacidad, percibiríamos que a cierto nivel de inclusividad la relación entre luminosidad y transparencia podría ofrecerse en dirección a los liminales, a lo liminal. Conseguimos así que en la figura perceptiva de la penumbra ciertas atmósferas, ciertos modos atmosféricos de forma tenue, apenumbrada de la relación entre luminosidad y ambiente, podrían resultar liminales a la percepción o derivar hacia percepciones ellas mismas liminales.
Sin embargo, aunque podemos recorrer en el merodeo hermenéutico, en ese ir y venir de una forma del concepto la cual realiza a la vez un movimiento de analicidad y un movimiento de hermeneusis, la forma en que determinadas formas de la luz pueden resultarnos liminales, lo liminal en si mismo no consiste en una forma de la luz o de la luminosidad mas o menos apenumbrada o atmosféricamente tenue. Dado que liminal puede resultar una simple línea sobre un plano, la relación del volumen de una forma con un ambiente, liminal también pueden resultarnos determinadas formas de la música, como podría resultarnos liminal el simple modo en que dos planos se relacionan, decimos así, la forma en que esos dos planos se extienden uno sobre el otro, uno en el otro, uno de acuerdo al otro y con el otro, resulta liminal.
Así, en la misma forma en que los liminales sólo se presentan según percepciones e imágenes sin corresponderle directamente como atributos a la mismidad que a estas les es propia, pareciera discurrirse una relación interesante, fascinante inclusive entre la liminalidad y la luminosidad, una relación, sin embargo, la cual no sólo tampoco remitiría lo liminal a la luz como a su espacio de engendramiento o el espacio según el cual se iniciaría o se agotaría.
Lo liminal, de hecho, ni se engendraría ni se agotaría en la luz, ni se reduce, ni podemos siquiera decir que pertenezca a la luz.
Aunque una cantidad sin dudas interesante de formas de los liminales podríamos recorrerlos según determinadas figuras de la luminosidad, la luminosidad física tanto como aquella que otrora, con el iluminismo relacionó la luz al espíritu, el intelecto y la razón iluminista, cierto es que percepciones liminales pueden serlo muchas y en forma abundante sin necesidad de remitir a la luz. A qué se debe toda esta riqueza de los liminales, porqué pueden ellos presentarse en y a la percepción y la imagen, y desde ellas en tantas formas sin necesariamente agotarse o restringirse a ellas, en qué forma le viene dada a la liminalidad esta abundancia de sentido que le permite presentarse en tantos modos según un campo tan basto como puede ser el de la luz y sin embargo no remitirse ni restringirse a esta.
Ciertas formas de la luz, unas cuantas sin dudas, pueden resultarnos liminales, cuando la luz, por ejemplo, ofrece su propia materialidad a la materialidad de esa imagen aproximándose a ciertas formas del tamiz y la filigrana la liminalidad. Ofrecen así los liminales bastante de si a la luz cuando esta permanece, por así decirlo, alejada de cualquier forma de la opacidad y por lo mismo, como ocurre por ejemplo en ciertas formas de la trama donde la materialidad de ese material no viene hacia el primer plano en toda su fisicalidad sino que, podríamos decirle así, permanece en un espacio que facilita el movimiento que va de un lado a otro haciendo de esa presencia una en si misma liminal. Así, donde la materia quiere ella misma imponerse en su fiscalidad, donde la tela sale al primer plano en toda la densidad de su porosidad, de su urdimbre, e incluso de su tejido, los liminales se alejan, incluso se van.
Ofrecen así los liminales a la luz una rica abundancia de sentidos cuando la luz quiere, por decirlo en algún modo, permanecer ella misma relacionada a la presencia y no así cuando la luz cede su lugar para plegarse a aclarar u oscurecer dando paso a una materialidad otra que en toda su fisicalidad, en su opacidad incluso querría tomar el lugar de esa presencia perceptiva, de esa imagen.
Podríamos decir así que tenemos una relación enigmática, fascinante incluso entre los liminales y la presencia. Pueden las tramas ser liminales?, pero iremos incluso mas allá, preguntaremos, una vez despejadas las más significativas relaciones entre los liminales y la presencia, si pueden y en que forma, resultar liminales todas las figuras que abarcan a la contemplación, es decir, desde lo intelectivo y lo intelectual hasta lo estético, lo sensorial y lo sensible que se dan en la contemplación perceptiva?.
Decíamos al inicio que lo liminal es y se presenta únicamente como una forma y una figura de la percepción. En ningún otro modo se presenta lo liminal que en percepciones y en imágenes, sin embargo, iniciemos este movimiento a la vez de comienzo y reanudación entonces preguntando por la presencia pues indudablemente que otra cosa estamos afirmando al decir liminal respecto a una percepción o una imagen, una línea sobre un plano, la forma en la composición, el color en la atmósfera, la imagen en el espacio, la forma en el ambiente, sino precisamente que su presencia es liminal?. Sin embargo, si lo es no lo es en otra forma que como de modo explícito y tangible se ofrece en esa imagen, en esa percepción nítida y concisa, visible y recorrible a la mirada, decimos así, esa línea en el dibujo es liminal, esa atmósfera en la pintura resulta liminal, y sin embargo, lo decimos precisamente en tanto se ofrece a la presencia perceptiva, a la perceptividad de esa imagen precisamente por su liminalidad.
Encontrábamos que cuando la luz quiere abandonar su relación con la presencia de la imagen, cuando la luz quiere, por así decirlo, dejar de ofrecerse como aquella desde la cual las relaciones entre lo presente visible, las formas en la composición, las líneas en el plano, las figuras en los fondos, los elementos en el ambiente, la relación entre los planos, fenoménicamente, cuando quiere dejar de ser aquella de acuerdo con la cual decimos percibimos esa imagen según la luz, y la luz se vuelve ella misma supeditada a una materidad otra, los liminales se alejan de la luz.
Podríamos incluso decir que los liminales se ofrecen a la luz sólo cuando esta quiere ser ella misma no sólo aquella que ofrece la percepción y forma la percepción, sino cuando es la materialidad misma de la luz la que ofrece a las restantes materialidades su tenue.
Lo liminal seria así una forma según la cual la imagen, esa línea en el dibujo, ese color en el plano, esa forma en la composición, se ofrece a la percepción en un nivel de abundancia que nutre el sentido de esa imagen en su presencia ofreciéndole esa riqueza y versatilidad según la cual podemos afirmarle como imagen el que resulte liminal. Sería así lo liminal aquello que se ofrece a la percepción, en la percepción y desde la percepción alrededor de su propio limite.
Esta abundancia en la percepción no se le ofrece a esta en su propio límite según las relaciones entre lo perceptible y lo apercibido, como cuando decimos que la percepción de una imagen esta en su límite al moverse entre lo contorneado y lo difuso, lo delineado y lo desprovisto de contornos, sino antes bien por el modo en que, cuando afirmamos que una imagen o una percepción son liminales, y sólo cuando se trata de esa imagen respecto a la cual decimos es liminal, en ella encontramos que la percepción se mueve hacia su límite el cual resulta movido por la contemplación, en pocas palabras, por lo sensible.
Se ofrecerían así la imagen y la percepción liminales como aquellas en las cuales una abundancia de sentido que relaciona lo contemplativo y lo sensible, mueve la percepción desde su fisicalidad puramente óptica, hacia sus posibilidades apticas, panópticas, e incluso cuando esa abundancia le viene dada no en su moverse de acuerdo a una exterioridad desde lo visible hacia lo sensible, sino cuando a la inversa, le viene dada directamente desde lo sensible transformando la percepción de esa forma en una modalidad mas rica de lo extensivo, de lo coextensivo, de lo plegado, pero por sobre todas las demás formas de lo complexivo.
Es interesante llamar nuestra atención sobre el hecho de esta relación tan significativa entre la liminalidad como fenómeno perceptivo de la imagen y la complexividad, en tanto la complexión supone el modo en que una figura perceptiva dada, en la figuracionalidad que le ofrece esa forma perceptivo-contemplativa especifica, se complexiona con una figura contemplativa y por lo mismo sensible, plexiva, flexiva incluso. Este movimiento complexivo en que se ofrecen las imágenes liminales cuando les percibimos a la percepción, hacen preguntar hasta que punto lo liminal no sería aquello que se ofrece a la percepción en su propio limite. Y ciertamente si, pero precisamente en lo que a lo liminal se refiere, por ese modo en que lo liminal le ofrece a la percepción una relación al límite que la desplaza fuera de su pura opticalidad que era aquella que según otro concepto mas opticalista de límite, le contraponía como percepción de esa imagen en una diatriba entre lo percibido y lo apercibido, lo presente fenomenológico y lo ausente fenomenológico, moviéndola de modo muy fascinante hacia otras posibilidades más abundantes paradójicamente a nivel precisamente en sus potencialidades perceptivas.
En cierto modo la imagen liminal le ofrece a la perceptibidad, cuando decimos esa línea es liminal, o ese color es liminal en la atmósfera de esa pintura, o esa forma a ese plano, o ese plano a aquel otro plano, una forma que la dispone a una relación de retroalimentación con los fenómenos contemplativos ofreciéndose así contemplación y percepción nuevas posibilidades.
Comments
Post a Comment